Por ciertas razones, Diana se casa con el anciano marqués Casper y lleva una vida matrimonial tranquila y feliz. Sin embargo, Casper muere en un accidente de carruaje, dejando a Diana viuda. Sumida en la tristeza, ella planea ceder todo al nieto de Casper, Alberto, y su prometida, e incluso seguir a su esposo en la muerte. Pero un sorprendente testamento revela que, para que Alberto herede el título y la fortuna, debe casarse con Diana durante un año. Para honrar la confianza de Casper, Diana acepta el matrimonio por contrato, prometiendo apoyar a Alberto hasta que pueda ser un heredero independiente. Alberto, que solo conoce a Diana como una “mujer malvada” por rumores, la trata con frialdad, sospechando que busca la herencia. Sin embargo, la dedicación de Diana, que se sacrifica por él, comienza a mover su corazón, y pronto se siente atraído por ella.