Las mil formas en que la joven noble traicionada ejecuta su feroz venganza
“¡Dios no existe… y aun así, aquí estoy!” Traicionada por su prometido que le robó el corazón y la dignidad, despojada de todo por parientes codiciosos que pisotearon su alma, juré en el lecho de muerte no perdonar jamás, invocando una maldición que desgarraría sus cuerpos en pedazos. ¿Fue mi rabia la que rasgó el velo del tiempo? Despierto de nuevo en un mundo donde mis padres aún respiran, antes de la tormenta de traiciones que me devoró. Esta vez, no repetiré errores: armada con recuerdos ardientes como brasas, orquestaré una sinfonía de retribución donde cada nota sea un golpe calculado. Aquellos que me humillaron —el fiancé infiel, los familiares voraces— probarán el veneno de su propia medicina, pagando con lágrimas, ruina y arrepentimiento que les queme el alma. La oportunidad es mía, un lienzo en blanco para pintar mil venganzas exquisitas, donde la justicia se disfraza de destino y el poder florece de las cenizas de mi dolor. Entre sombras de la corte, alianzas inesperadas y un corazón que late por equidad feroz, ¿podrá esta mujer renacida tejer su red sin enredarse en su propia ira?
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